Román Gubern Publicado en Entrevistas Espejo de fantasmas

viernes, 5 de junio de 2009

Román Gubern

Publicado en Entrevistas

Espejo de fantasmas

Román Gubern es uno de los pocos escritores que aúnan la investigación rigurosa de la semiología audiovisual con la amenidad narrativa. Sus numerosos libros son leídos y estudiados con rapidez y comprometen al lector con sus propias vivencias e historias. Diván el terrible le ha formulado unas preguntas y seleccionado algunos momentos de sus libros. Como todo fragmento es un recorte del contexto general y escotomiza su pensamiento, pero en cambio, su focalización, nos muestra su agudeza y reflexión sobre los iconos de este siglo.
Román Gubern (Barcelona, 1934) ha trabajado como investigador en el Massachusetts Institute of Technology y ha sido profesor de Historia del cine en la University of Southern California. Actualmente es catedrático de Comunicación audiovisual en la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la que ha sido decano.

Diván: Si describimos al hombre como animal simbólico, y como Usted plantea un producto de la interacción entre biología y cultura; ¿podría “aventurar” cuales serían los efectos futuros de este masivo consumo audiovisual doméstico?

Román Gubern: La sobredosis “cultural” que aporta la densa iconosfera en la sociedad urbana contemporánea puede producir disfunciones psicológicas en algunos casos. Puede sobredimensionar la importancia del imaginario sobre el principio de realidad, alimentando fantasías neuróticas. Y, en sectores del público infantil o en pacientes con problemas graves de personalidad, puede producirse una sustitución de lo real por lo virtual. El hombre necesita soñar, pero también necesita controlar sus sueños y reconocerlos como tales.

D: “En nuestra sociedad mediática las imágenes certifican la realidad y, si no hay imágenes, nada ha sucedido y nadie se inmuta” ¿Podría relacionarse con ciertos cambios en los hábitos culturales en relación a la lectura y a la escritura?

RG: La imagen es sensitiva y la escritura es un instrumento que permite la reflexión, pues el lenguaje verbal está basado en conceptualizaciones abstractas. Pero cada medio ofrece su funcionalismo óptimo: no puede describirse con palabras un primer plano de Marlene Dietrich ni representarse con imágenes la “Crítica de la razón pura” de Kant. La imagen puede cumplir funciones epistémicas (como ocurre en las enciclopedias ilustradas), pero en nuestra cultura mercantilista predominan sus funciones hedónicas y banalizadoras.

D: ¿ Qué cambios observa en la publicidad, con respecto al cuerpo humano y la mirada que sobre él hacen un hombre y una mujer?

RG: La publicidad se ha ido tornando progresivamente desinhibida o agresiva, espoleada por la espiral competitiva. El cuerpo femenino empezó a desvelarse en los años sesenta, pero en la década siguiente irrumpió ya el hombre-objeto como señuelo comercial (heterosexual y homosexual). Sus cuerpos son estadísticamente atípicos, pues se presentan como arquetipos ideales. De ahí las frustraciones de los no-apolíneos y la plaga de la anorexia.

D: ¿Qué influencia cree Usted que tienen los medios audiovisuales en la patología como Adicciones, Furor de consumo, Anorexias, que lamentablemente en España se han acrecentado tanto en los últimos 10 años?

RG: Existe una evidente relación causa-efecto entre estos estímulos consumistas y tales patologías, como he señalado antes.

D: Hace poco Diván el terrible organizó una mesa redonda en los cines Alphaville de Madrid para homenajear a Buñuel. ¿Qué ha sido transmitido de su obra en la cultura y en los cineastas españoles?

RG: Buñuel ha sido un maestro en el exilio para los cineastas españoles. En algunos casos, como el de Carlos Saura, su influencia ha sido reconocida explícitamente. Buñuel no hizo cine mejicano, hizo cine español en México, muy parecido al que produjo en Filmófono (Madrid) en 1935-36. Su obra ha sido interiorizada colectivamente y no se puede filmar después de él como si no existiera, del mismo modo que no se puede pintar ahora como antes de Picasso.

D: La mesa se llamaba El oscuro objeto de deseo. Usted, que no es psicoanalista, ¿ qué piensa del deseo en esta cultura actual, y qué quería apuntar Buñuel con ese título?

RG: El título del film de Buñuel es una cita de la novela de Pierre Louys La mujer y el pelele, en que se basa, y alude al pubis femenino, aunque en el libro se refiere a la mujer rubia y Louys habla del “pálido objeto del deseo”. Como las actrices eran morenas, hubo que cambiar lo de pálido. Parece que ningún crítico ha leído este libro.

D: El cine español, como tantos otros, no ha podido librarse de iconos de la masculinidad y feminidad, con los prejuicios de cada época. ¿Cuáles piensa que, en estos aspectos, han sido los cambios más importantes y que dejarán marcas en las culturas venideras?

RG: El cine español está inmerso en el conjunto de la cultura de masas y no puede escapar, o muy difícilmente puede hacerlo, de sus estereotipos. No obstante, en los últimos cinco o seis años se han incorporado a la producción casi una decena de mujeres realizadoras (Iciar Bolaín, Isabel Coixet, Gracia Querejeta, Azucena Rodríguez, etc.) que están diversificando una tendencia antes dominada por la mirada y los mitos masculinos. Incluso hay ya películas con evidente mirada homosexual ( Ventura Pons, Agustín Villaronga). El panorama está cambiando.
Entre los más de treinta libros de Román Gubern figuran: Historia del cine (1969), El lenguaje de los cómics (1972), El cine español en el exilio (1976), Espejo de fantasmas (1993), Del bisonte a la realidad virtual (1996), y Proyector de luna (1999).
“…Pero, como observó Freud, allí donde hay una prohibición es porque existe un deseo. Como el desnudo constituía una tentación, por eso se convirtió en prohibición, lo que lo hacía todavía más deseable. Un ejemplo luminoso de forcejeo con el tabú del desnudo lo ofreció el mejor discípulo de Pacheco, Velázquez, en su admirable Venus del espejo… Pero hay que recordar que el espejo se utiliza para reflejar el rostro, pero no la frontalidad del cuerpo femenino, que es precisamente el atributo emblemático de la diosa, como ya lo sabían Botticelli y Tiziano. Por otra parte, el reflejo del rostro en el espejo impone al espectador un punto de vista excéntrico al cuadro y, por mucho que se mueva el observador jamás podrá ver reflejados en el espejo los senos ni los genitales prohibidos. De modo que se le invita mirar, por reflexión especular, aquello que nunca podrá llegar a ver”. Del bisonte a la realidad virtual, Ed. Anagrama
“…En el caso de Un chien andalou, se trató de la colaboración o interacción de dos subconscientes distintos, pertenecientes a sujetos con historias personales y familiares muy diversas… Todos los testimonios concuerdan en evocar la estrecha comunión intelectual entre Buñuel y Dalí en aquel momento…que explica que algunos símbolos, arquetipos y u obsesiones de uno de ellos fuesen metabolizados por el otro, hasta el punto de reaparecer en sus carreras posteriores.
Un ejemplo luminoso de ello nos ofrece la reproducción de La encajera de Vermeer, en una escena de Un chien andalou. Esta imagen fascinó a Dalí desde su infancia… Y años después Buñuel no solo presentaría al celoso protagonista paranoico de Él (1953) intentando coser los orificios de su esposa, sino que cerraría su filmografía escenificando una encajera al final de Ese oscuro objeto de deseo (1977), zurciendo un encaje rasgado y con manchas de sangre, al modo de los tradicionales remiendavirgos. De manera que si la carrea de Buñuel se abrió con un espectacular navajazo propinado a un ojo femenino, se clausuró con el remiendo de un virgo desflorado”. Proyector de Luna, Ed. Anagrama
“…Pero el cine es, además, a diferencia de la literatura, un arte visual, y por ello constituye una franca oferta al voyeurismo legitimado del público. En esta función, la pantalla se convierte en una ventana sobre un paralelepípedo de espacio virtual, que a modo de peep-show permite, a quien ha pagado la entrada atisbar deseables y hermosos cuerpos más o menos desnudos que simulan ignorar que están siendo observados, o parejas que hacen el amor ante nosotros, y a veces, gracias al primer plano, a un palmo de distancia, para satisfacer con sus convulsiones un deseo ajeno, el deseo escópico de los espectadores”. Espejo de fantasmas, Ed. Espasa Hoy
Guillermo Kozameh
Psicoanalista, Madrid

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